Como viene siendo habitual, a las 9 de la mañana, quedamos en el sitio de costumbre para gozar (o no tanto) de una mañana de otoño en plena naturaleza con nuestras maquinas.
Poco a poco vamos llegando y detrás de las gafas y cascos aparece un rostro nuevo, se ha unido al Club un nuevo socio, Carlos Perulero, a quien desde aquí, al igual que han hecho otros compañeros por otros medios, le doy la bienvenida
Los comentarios habituales antes de la salida y alguna que otra referencia al viento que según la gran mayoría habíamos visto, sería fuerte, pero como ya se dice por ahí: “los ciclistas siempre llevamos el viento de cara”
Después de un tiempo prudencial de cortesía para quienes les gusta un poco más la cama, salimos dirección Los Molinos de Puerto Lapice. Somos 14 componentes que en grupos vamos hablando y pedaleando hasta que al cabo de un rato se hace el silencio. No, no nos hemos quedado mudos, estamos subiendo Los Molinos de Puerto Lapice. Tras los primeros desniveles se estira el grupo y cada uno pone el ritmo que cree conveniente para afrontar la subida, aunque a alguno, (corrígeme si me equivoco Andres), se le hace la subida demasiado larga por un error de cálculo y sufre más de lo que debiera, al final corona con éxito.
Una vez todo el grupo arriba, las fotos de rigor, un traguito de agua o eso de colores que llevamos en los bidones, ligero avituallamiento y descenso por la trialera posterior buscando el camino Valdezarza.
Al poco de coger este camino, desde la cabeza del grupo se oye “bicis por delante”… se hace el murmullo en el pelotón y alguien aclara: “son los Reniegas”. Efectivamente, saludos y mas saludos según nos vamos cruzando y cada grupo sigue su marcha.
Los caminos se encuentran en muy buenas condiciones pero en algún sitio en concreto el agua recogida impide seguir nuestro camino subidos encima de la bici y hay que echar pie a tierra. No pasa nada, sirve para reagruparnos y seguir nuestro camino. Tan agrupados vamos que se produce una caída. Carlos Perulero, su primer día con nosotros y por culpa de un roce con la rueda de otro compañero cae al suelo. Que mala suerte, el primer día y la primera en la frente. Afortunadamente el ritmo era bajo y la caída, salvo el susto y el dolor del golpe, no tiene consecuencias.
Llegamos al cruce para subir al Tuerto y alguno de los compañeros tienen que abandonar el grupo para estar a la hora en su lugar de trabajo. El resto comenzamos la subida y como es habitual el grupo se estira y surgen los piques, sanos, pero todos queremos ganar. Hay dos escapados que van por delante, Candi se propone alcanzarlos y coronar primero. Impone un ritmo fuerte hasta tenerlos a la vista y cuando los ve parece como si le fuera la vida en ello y acelera todavía más y hasta aquí puedo contar porque me dejo y no le volví a ver más hasta que no llegue arriba. Pobrecito Candi, le debió costar muchísimo porque iba todo el camino diciendo que estaba muy mal…..
En la cima vendimos y compramos bicicletas, coches, etc. y ya abajo aparece un nuevo grupo de ciclistas parados en el cruce. “ Otra vez los Reniegas” se oye. Efectivamente otra vez los Reniegas, paramos y hablamos un poquito con ellos y proseguimos camino el Colmenar. Nos encontramos a un paisano, Angel Palomino, quien había pinchado y por el camino había perdido el bombín, de buen gusto le prestamos ayuda y después de dejarle un bombín para que continuara su ruta, continuamos con la nuestra. Según llegamos al Colmenar y en la curva antes de la subida se vuelve a oír: “bicis”. ¿ Sabéis a quien nos encontramos? Pues sí, a los Reniegas. Que sorpresa ....
Llegando a la fuente del Umbrion, aparece camuflado Manuel Pinilla, que no venía con el grupo y para que no le conociéramos había cambiado el traje y hasta de bicicleta. ¡¡¡¡Estaba haciendo kilómetros en negro!!!! Pero le pillamos y cuando le reconocimos, que no fue fácil, se unió al grupo. Llegamos todos juntos al cruce de caminos, unos, la mayoría opto por tirar para el Pueblo y otros cuantos, camino abajo a explorar otras rutas…..
